¡¡Porque ellas lo valen!!

Esta noche me he desvelado, Vega se despertó sobre las 3:30 de la madrugada y hasta las 9:30 ha estado durmiendo plácidamente, pero yo a las 6:30 tenía los ojos como platos, quizás porque ya estoy acostumbrada a despertarme a esas horas.
De repente se me ha venido a la cabeza una época de mi vida en la que fui voluntaria de la Asociación Española Contra el Cáncer en el Hospital 12 de Octubre de Madrid. Todo empezó como un voluntario obligado, sí, suena fatal y contradictorio, pero tiene su explicación. Estudié en una universidad privada, mi nota de selectividad no me permitía hacer la carrera que yo quería en una pública, así que mis padres se ofrecieron a pagar cuotas mensuales y matrículas bastante elevadas (y, me siento profundamente agradecida.)

La universidad que elegí resultó ser de los legionarios de Cristo, la madre que me parió!!!...En una ocasión me dijeron "Te estaré vigilando desde el cielo". Os pongo en situación: una de las jefazas me llama a su despacho. Me habla de la "beca solidaria", ésta consiste en devolver el dinero que me han dado para mis estudios, en un futuro cuando me ponga a trabajar.

Jefaza: "¿Vas a devolver el dinero?...piensa que así ayudarás a que otras personas puedan estudiar"...

Yo: .....(Mutis, incrédula por lo que me estaba contando)

Jefaza: "Te estaré vigilando desde el cielo, me sentiré orgullosa si lo haces y decepcionada si no"....

Yo: "Lo intentaré"...madre, que cangueloooo me entró, salí corriendo, encima la mujer no es que fuera muy agraciada, si se me aparece algún día pidiéndome la pasta muero del susto, os lo juro!

En 4º y 5º de carrera tenía como asignaturas obligadas, teología, religión y no sé que ostias más, vamos que me sentía como una colegiala en 4º o 5º de primaria sin opción a la asignatura de ética.

Otra asignatura obligatoria era Acción Social, por eso, comentaba al principio del post que fui voluntaria obligada. Pero esto sí cambió mi vida y forma de ver algunas cosas. Nos daban una lista con un montón de asociaciones y teníamos que elegir. Yo me decanté por la AECC junto con una amiga. Así, todos los lunes durante 4 horas jugábamos, hablábamos, hacíamos manualidades, veíamos películas, lo que fuera con tal de sacar una sonrisa a los niños que estaban ingresados (no podíamos ir más de un día a la semana para no involucrarnos demasiado en la vida de esos niños).
Se convirtió en una experiencia inolvidable y muy gratificante. Además, los cabrones nos dieron una lección de madurez y disfrute de la vida que más de uno lo quisiera. Había niños de todas las edades y aunque nunca dejaban de ser niños cuando hablabas con ellos te dejaban boquiabierta con sus intereses e inquietudes.
Han pasado unos cuantos años desde entonces y me encantaría saber qué ha sido de todas esas familias que luchaban contra esa dichosa enfermedad. Sería la hostia saber que todos esos niños son ahora adolescentes sanos y felices.
Ahora que soy madre, quizás estoy más sensible, por eso esta noche he recordado a todas esas madres luchadoras que sacaban fuerzas de debajo de las piedras para que los niños fueran felices. Había signos de sufrimiento en sus caras pero nunca soltaron una lágrima delante de sus hijos y nunca se rendían. Sentí una profunda admiración por todas ellas.
Así que me apetecía escribir y recordarlas, ¡¡¡porque ellas lo valen!!!