Un vestido hecho jirones, un juego de la rana y un dilema de boda

El jueves pasado quedé con mis amigos de la universidad o lo que es lo mismo "los titos pakitos" de Vega. Así que, como la ocasión lo merecía, elegí un vestido vaquero monísimo para chiquipiturra. Casi se queda pequeño sin estrenarlo. Si unimos que Vega está muy grande para el tiempo que tiene con el mundo incomprensible tallas de bebé, el resultado es catastrófico.
Cuando nació Vega, mi mejor amiga y su visión de futuro nos aprovisionaron de un montón de ropita para el verano, entre ellos este vestido de la talla 6-9. Estaba colgado en el armario esperando su turno, el otro día lo miré y pensé "yo creo que ya le vale". La quedaba como un guante pero es verdad que al no llevar ningún botón trasero ni cremallera lateral costaba ponérselo un poco.

Llegamos a casa y el padre de chiquipiturra se dispuso a bañarla. En un momento dado mientras yo recogía algunas cosas, me llama y me dice ¿Me puedes ayudar a quitar este vestido?...ante la dificultad y el llanto de Vega que tenía un sueño que se moría, soluciones rápidas y efectivas. Cogí una tijera y corté el vestido. Así, sin más. Espero que nadie me diga que no soy resolutiva :-D

Hemos pasado el fin de semana con unos amigos en la sierra. Básicamente se resume en: comer mucho, beber mucho, reírnos mucho y todo un descubrimiento: el juego de la rana. Sí, sí, ese al que juegan los jubilados. ¡Por favor, qué divertido!...venga a tirar monedas a la rana y el que perdía se tenía que bañar. Puede parecer más que un castigo un premio, pero claro, el biruji (me encanta esta palabra de madre total) de la sierra era proporcional con la pereza de meterte en la piscina. Aún así, cumplimos. Yo fuí la primera junto con otro amigo en perder, y como somos de palabra ¡Al agua patos!. Al salir te quedabas arrecía de frío, así que, en las siguientes rondas, me lo tome mucho más en serio y no perdí.
Los niños disfrutaron un montón y Vega que era la más pequeña pasó un día estupendo de campo y por la noche durmió fenomenal.

Hoy he empezado a asumir, que después de este fin de semana y los que me esperan, va a ser imposible meterme en el vestido que me compré antes de quedarme embarazada, que no había estrenado y que me quería poner para la boda de una amiga. Así que, más agobiada que otra cosa, me he puesto a buscar modelos de vestidos por Internet, para tener una idea de lo que quiero y de lo que me puede quedar bien teniendo en cuenta el cuerpo butifarra que se me ha quedado después de parir.
Y, la cosa está jodida, para que mentir. Qué difícil es encontrar un vestido que te guste, que vaya con tu estilo, que te siente bien, que no te cueste un ojo de la cara, que sea cómodo...¡Madre mía! casarse después del verano debería estar prohibido, sí es que es imposible cuidar la línea. Si no es la barbacoa, son las patatas al jamón en la piscina y si no, los aperitivos en alguna terracita....¡vade retro comida insana!