La terremoto de Parla, rechace imitaciones.

¿Pero cómo un cuerpo tan pequeño puede albergar tantas ocurrencias?

Me temo que ahora viene lo divertido, sí, sí, nos vamos a tronchar de la risa (léase con ironía), Vega no para ni un segundo, pero cuando digo ni un segundo, me refiero a todas las milésimas de un segundo y ha decidido experimentar cada uno de los rincones de la casa.

Vamos, que lo que escribí hace un mes sobre las pasiones de Vega se ha quedado en una mini anécdota. Me tiene deslomá, cuando no es una cosa es la otra. Como ya se pone de pie (gracias a Dios que no anda) su alcance ha experimentado un grado superior, llegando a cualquier rincón del mueble o mesa del salón (nota mental: los muebles bajos son muy bonitos y modernos, pero son una auténtica putada, jodienda,  mierda, para tener a un ser de casi 80 centímetros pululando por donde le place y dando rienda suelta a su maquiavélica imaginación.  

La morena entra en diálogo interno y se pregunta ¿qué pasa si tiro un vaso lleno de agua encima de la alfombra? Ah, es divertido. Voy a tirar los mandos, las llaves, la bandeja, las servilletas, la wii, el tdt, los altavoces del dolby surround y lamadrequeloparió, de paso saco las bolas de la caseta, te quito la blackberry, me como la funda, enciendo el plus, muerdo las piedras con estiércol que hay en la maceta, ya nada me interesa, me voy a la salita, vacío la papelera que tiene papeles por doquier, los esparzo, tiro de este cable, tiro de la ropa del tendedero, se cae la ropa ¡esto también es divertido! Cojo unas zapatillas que me encuentro por el camino. ¡Oh, la mopa! me encanta coger las pelusas, pero ya me aburro, voy al baño, ahí meto la mano en el cubo de la fregona, me mojo, me subo a la taza del váter, sigo con mi cruzada y voy a la habitación de papá y mamá, ¡mamá se ha dejado el armario abierto, ouyeah! saco la ropa de todas las baldas que tengo a mi alcance, pero de esto también me canso, así que me dirijo a mi lugar favorito, la cocina, meto la mano en el bebedero de los animales, dejo huellas en el suelo, me apoyo en el cubo de la basura e intento abrirlo, voy a la cama de Homer que está llena de pelos pero a mí no me importa, le abrazo y le hago un ¡ayyy!. Miro a mi madre, debe estar loca, está haciendo aspavientos a una gran velocidad mientras suelta palabras sinsentido, la está dando un ictus, no entiendo por qué, si tampoco estoy haciendo nada malo, simplemente, estoy experimentando.

Una servidora, reventá se halla, de recoger cienes y cienes de veces, la casa.