
Creo que Vega está indignada. Sí, muy indignada de haber venido a un mundo donde se otorga mensualmente a la Iglesia Católica la mísera y triste (léase con ironía) cantidad de 13.266.216,12 euros. Con la que está cayendo. Y, tienen los Santos Cojones, de pedirte una donación cuando celebran alguna ceremonia. Y, tienen los Santos Cojones, de decir que hacen voto de castidad. Y, tienen los Santos Cojones, de insinuar que algunas niñas provocan. Y, tienen los Santos Cojones, de hacer una jornada mundial de la juventud e irse de botellón. Y, tienen los Santos Cojones de calzarse zapatos de Prada y que haya niños descalzos por el mundo. Y, tienen los Santos Cojones, de estipular una única forma de familia válida. Y, tienen los Santos Cojones, de traer el mensaje de Dios a la Tierra.
Creo que Vega está indignada. Sí, muy indignada de haber venido a un mundo donde unos estudiantes adolescentes son considerados enemigos por reivindicar un aspecto tan básico como es la calefacción en los centros educativos. Y, que para colmo, reciban palos a diestro y siniestro por parte de las fuerzas de seguridad. Me río yo, cuando algunos de mis allegados policiales me dicen que velan por la integridad del ciudadano, ¡y, un jamón, dijo la Bruja Mon!
Que los recortes están afectando a los dos bandos: profesores y alumnos.
Que nuestros dirigentes políticos quieran que cada año seamos más incultos y con menos formación no es nada nuevo, así les será más fácil conducir el rebaño. Menos mal, que siempre hay ovejas descarriadas que luchan por sus derechos.
Creo que Vega está indignada. Sí, muy indignada de haber venido a un mundo así. Y, estas y muchas cosas más, son las que hacen que últimamente se despierte 3 ó 4 veces por la noche.
Quiero pensar que tiene alma revolucionaria, mi niña!