Un viaje, un despiste llaveril y una mojada de pies

El viernes salimos rumbo Castellón, íbamos a casa de una prima del padre de chiquipiturra. No conocía a Vega y fuimos a presentársela. El viaje fue estupendo, chiquipiturra no dio nada de guerra. Llegamos como a las 9 de la noche con el coche cargado a tope, que de trastos necesita un bebé o yo, que no se priorizar, el caso, que cuando nos vieron aparecer los primos se pensaron que nos quedábamos un mes con ellos y tan sólo íbamos para 4 días.
Según nos bajamos del coche (no sacamos el equipaje por si no estaban en casa), el padre de chiquipiturra fue a tirar los envoltorios de los bollos "pantera rosa" que nos habíamos comido por el camino (eso es una operación bikini y lo demás es tontería). Al contenedor fueron a parar los envoltorios más las llaves del coche.
Padre de chiquipiturra: ¡Uyyy, las llaves!
Yo: (vuelco al corazón), no es que sea exagerada, pero todo lo relacionado con las llaves del coche me genera ansiedad, será porque el año pasado estando de vacaciones en Cádiz, primer día: vamos a coger la sombrilla y las sillas del coche, que era lo único del equipaje que no habíamos sacado para ir directamente a mojarnos el culo. Padre de chiquipiturra se hace el chulo delante de nuestros amigos dando al botón de abrir sólo maletero, se lía a sacar todo los artilugios playeros y cierra tan pancho el maletero.
Padre de chiquipiturra: ¡Uyyy, las llaves!
Yo: ¡No me lo puedo creer!
Si, llaves, cartera y móvil dentro del maletero. La cara del padre de chiquipiturra se iba descomponiendo a pasos agigantados, yo, intentaba ser positiva y me dio un ataque de la risa, mis amigos gaditanos se rieron también. Padre de chiquipiturra se cabreó conmigo por reírme, se empezó a agobiar por momentos. Era sábado por la tarde, el domingo festivo y lunes también porque era puente, así que descartó la opción de romper un cristal. Llamó al seguro y pagaba el viaje de ida para coger las llaves de repuesto, entonces fui yo la que me empecé a cabrear ¡Ni de coña! Para 4 días que íbamos, no los iba a perder en un tren yendo y viniendo. Al final todo se solucionó removiendo Roma con Santiago (¿quién fue Santiago?), pero hasta que dos días más tarde no recuperó sus llaves no fue feliz.
Así que ya pronuncia la frase maldita y yo imagino en mi cabeza las tropecientas cosas que le pasan por ser tan despistado, la cosa se solucionó poniéndose boca abajo en el contenedor con las piernas colgando y pudo recoger las llaves...la gente paseaba y nos miraba ¡Qué vergüenza!

El sábado fuimos a tomar algo a unas terracitas y entonces descubrí que a Vega le encanta la cerveza, o por lo menos la botella verde de la shandy, la veía y se tiraba en plancha hacia ella, sin embargo le enseñaba la del batido de chocolate y ni caso. ¡Ella quería su cerveza!..."Hija, no crees que eres un poco pequeña para beber cerveza?"...ella venga a agitar brazos y a hacer ruiditos con la boca. Nunca había mostrado tanto interés por nada y mira que tiene juguetes de todas las formas y colores.

El domingo fuimos a la playa de Benicassim, que agustito se estaba. Vega metió los piececillos pero enseguida los subió. No le hizo mucha gracia el agua fría, sin embargo tirarse en la toalla le encantó. Y, el ruido de las olas la relajó tanto que se quedó frita. Aprovechamos para comernos un helado artesano para chuparse los dedos...literalmente, porque no daba abasto y se me derretían las bolas y todas las manos manchadas.

El lunes íbamos a ir al oceonográfico pero al final cogimos rumbo para Madrid, porque el martes íbamos al pueblo de mi abuela (Toledo) para que viera a chiquipiturra y ya nos parecía demasiada paliza. Así que lo hemos aplazado para un finde de julio.
Y, así, han transcurrido estas minivacaciones, ahora a disfrutar de la piscina, las barbacoas light y sobre todo de mi chiquipiturra, que crece a pasos descomunales. Cada día me sorprende con una cosa. Y, es que ella vale un potosí!!!