Pues eso, que me desvío, que mi chico se cogió 15 días de vacaciones en Abril para preparar la llegada del bebote y no hemos parado. A mí me ha entrado un síndrome del nido cabrón cabrón, porque yo, que siempre he sido una escéptica y no he creído ni en antojos, ni en síndromes, ni en ná de ná, pues ¡zas! hostia en la boca, porque no es un síndrome del nido cualquiera, nooooo, es uno con el que me he agobiado y mucho, todo está sucio, todo está descolocado, todo hay que vaciarlo, todo hay que tenerlo listo ya, todo, todo, todo, todo...
Y, por fin, a un día de que el padre de las criaturas vuelva a su trabajo, hemos conseguido tener lo más importante listo, bueno, a ser sincera, me falta una cosa, la maleta para el hospital...lo sé, soy un desastre pero es lo que hay. Mañana tengo que ir a comprar unas sujetadores de lactancia que quiero meter, y con eso y un bizcocho podremos esperar sin estrés a que venga cuando quiera venir.
Que sea pronto, jesusito de mi vida y de mi corazón, que tengo muchos dolores en ingles-caderas, los pies como botas, me fatigo hasta planchando, me despierto cada dos por tres, no me puedo poner las botas sin ayuda, contracciones incómodas, acidez...así de golpe, todo al final del embarazo...